martes, 15 de noviembre de 2011

Iconología naval venezolana, libro para la historia

















Llena vacíos un libro extraordinario que termina de publicar la Armada Venezolana, obra del capitán de navío Jairo Axel Bracho Palma.
Excepcional por el ensayo histórico que conduce al lector a través del desarrollo de la navegación en esta región de América pues lo remonta a la exaltación de la curiara como medio de los aborígenes Caribes, Arawacos y Cuicas hallados en el más absoluto dominio de sus embarcaciones artesanales a lo largo de nuestras costas y ríos a partir de 1498 para cerrar textos y fotografías con las modernas naves incorporadas en décadas recientes y el actual proceso de renovación de nuestra capacidad defensiva dentro del amplísimo litoral y mar cuya protección está a cargo de los marinos venezolanos.
Iconología Naval Venezolana, la Imagen y el Símbolo en 200 Años de Historia es el título nada pomposo por tratarse de un trabajo el cual posee además del valor de ofrecer decenas de fotografías, la mayoría inéditas, una peculiar exaltación nuestros hombres de mar como sujeto inexorablemente unido a toda esa evolución que con altibajos, ha experimentado la marina de guerra de nuestro país.
Resulta del mayor valor y sentido hallar frente a la cronología que registra grandes eventos, el retrato y la referencia a las tareas que permiten resaltar la personalidad de unos doscientos oficiales marinos de guerra y colaboradores.  La sola tarea de localizar la ficha de cada uno de los reseñados para extraer datos y la fotografía oficial, es encomiable.
Ha traído Bracho Palma a colocación como lo merecen, no solamente a los héroes navales y jefes de ayer a hoy. Se ocupó de los marineros que atendieron aspectos técnicos en las salas de máquinas, timoneles, estacionales de radio y telegrafía, talleres, el astillero,… La gente sobre la quienes pasan los historiadores que enfocan la mirada hacia los prohombres ignorando aquellos que hacen posible el funcionamiento de máquinas, disparo de los cañones, al remero, el marinero raso,…  
El capítulo de cierre titulado El Poder de la Voluntad, resalta un grupo que será completado con nuevas biografías de hombres  como Antonio Mijares Palom, Enrique Domínguez García, Julio César Lanz castellanos, Fernando Díaz, los aprendices de máquinas Oscar Ghersy Gómez y Ramón Rivero Núñez, y el guardiamarina egresado en 1929, Ricardo Sosa Ríos.
Advierte el capitán de navío Bracho Palma que la iconografía marítima venezolana viene extraviándose como parte de lo denunciado cuando el autor advierte: “…la imagen y la palabra escrita de lo marítimo se nos oculta, son definitivamente evasivas. Nuestra Historia Naval es un recurso fragmentado de hechos, parte de memorias inconclusas. La biografía de nuestros hombres de mar, es clamor de insepultos que cuando no es de utilidad par fines contingentes (…) , resulta molesto escuchar. Sus nombres no nos suenan. Hemos olvidado. Parte de nuestro pasado ha sido cuidadosamente borrado por hábiles tejedores de mitos y cuentistas, artesanos del anecdotario, llamativo y pegajoso, pero definitivamente falso”…
“La colección iconográfica de la Armada está en proceso de extinción” –recalca más adelante en la antesala de esa documentada narración de los acontecimientos que fueron determinando el curso de nuestra historia nacional, en parte escrita sobre el mar o frente a el, en los espacios acuáticos caribeños y Atlántico, el lago de Maracaibo o los caminos de agua que se internan por la tierra amazónica o delimitan y hacen del macizo guayanés de las regiones con el mayor potencial hidroeléctrico en el mundo.
Al lector no le será difícil precisar que si bien la guerra naval de la Independencia puede ser considerada –apunta Bracho Palma- “como prolongados eventos de desgaste en conflictos desarrollados por las fuerzas patrióticas, limitados en medios, en su mayoría de origen privado o de apresamientos”, los dos primeros buques de la naciente Marina pertenecieron al apostadero: el bergantín Argos () y el balaux Zeloso (), contando con la incorporación a la causa republicana de los tenientes de navío españoles José de Varas y Juan Martinena, alférez de navío Melchor Nieto Polo así como los contadores de marina José Ramírez de Arellano y José Abrahantes, sin olvidar la egregia figura de Lino Clemente y Palacios, primer secretario de guerra y marina 24 de abril de 1810, firmante del Acta de la Independencia y de la Constitución, Comandante General de la Marina en 1819, entre otros destinos no menos importantes.
La primera Escuela Naval se estableció en La Guaira el 21 de abril de 1811. Los profesores fueron –menciona el investigador y escritor- Vicente Parrado y Pedro de la Iglesia. La primera promoción (29 de octubre de 1811) la integraron Juan Carcaño, Manuel de Agreda y Urloa, Luis José de Erazo, Diego de Hugo, Agustín García y José Víctor Escobar. El 16 de enero de 1812, el soberano Congreso de Venezuela acuerda la construcción de 22 lanchas cañoneras destinadas a las costas de la Federación Venezolana.
De tales datos básicos arranca el desenvolvimiento de los acontecimientos relevantes que narra en buena prosa Bracho Palma quien nos dispensa una visión panorámica bien ajustada de la gesta independentista desde la perspectiva de las campañas navales antes de proseguir narrando la incorporación de embarcaciones diversas durante la última mitad del siglo XIX, el desarrollo del astillero naval de Puerto Cabello, los faros, la indefensión ante el Bloqueo de 1902 por las potencias, la obsolescencia e indiferente desatención de Gómez al tema de la armada lo cual incluyó la Escuela Naval a bordo de unidades de la flota; la preocupación, interés e iniciativas del general Eleazar López Contreras, quien en 1938 hizo traer los dos primeros barcos modernizados, un par de exdragaminas adquiridos en Italia dentro del plan de regeneración y atención prodefensiva el cual debía incluir submarinos, planteamiento frustrado debido a la II Guerra Mundial no obstante lo cual atracaron en La Guaira los cañoneros Soublette y Urdaneta; el papel renovador del capitán de fragata Felipe Larrazábal –en su tiempo de jefe dispuso que nuestros barcos de guerra fueran pintados de color gris- así como de Antonio Picardi; los estudios en el exterior de los jóvenes egresados.
En los años 50, enumera la incorporación de unidades inglesas e italianas que dieron a Venezuela supremacía naval. Se contempló el portaviones como parte del equipamiento. El 23 de enero de 1958, un marino asume la presidencia de la República en el albor de la era democrática del siglo XX.  Correspondió el honor al contralmirante Wolfgang Larrazabal Ugueto, de la promoción del año 1932.
“El Alto Mando de los años 70 ingresó al Componente a la era de los superficie con misiles, guerra electrónica y antiaérea. La década de los 80 se identificada con un cambio tecnológico radical. El 22 de febrero de 1980 se incorpora la primera de las fragatas tipo Luppo…”.
Apunta igualmente el capitán de navío Bracho Palma: El apoyo  a los sucesos de Vargas (1999), así como la actuación durante el paro petrolero (2003), puesta de manifiesto en la movilización de los tanqueros y el aseguramiento de las refinerías por personal de flota e infantería de marina, fueron las primeras muestras de renovación en la forma de ser y hacer”.
Presentada por el vicealmirante Julián Salcedo Franco y el capitán de navío Edgar Blanco Carrero, la Iconología Naval Venezolana merece, por la excelente calidad redaccional, diseño e impresión de la obra aceptada al Capitán de Navío Bracho Palma, la gratitud de los lectores a quienes también la hicieron posible: los altos jefes navales Carlos Aniasi Turchio, Carlos Giacopini Martínez, Carmen Teresa Meléndez de Maniglia, José Rojas Medina, José Sequeira Do Sacramento, Jorge Hernández Salazar y Miguel Ángel Hernández González, entre otros que supieron calibrar la magnitud del proyecto sin antecedente.  Felicitaciones a todos.
El capitán de navío Jairo Bracho Palma valora las contribuciones particulares de Ramón Rivero Blanco y Gustavo Sosa Larrazábal “por el inagotable material de archivo de sus señores padres, fuente para el estudio del periodo comprendido entre 1923 y 1964”.

Alfredo Schael

Leyendas: 
1.Ramón Díaz Flores. Ingresó en 1891. Primer comandante del cañonero Maracay (1923).
2.Ramón Rivero Núñez en 1923.
3.Crucero Mariscal Sucre (1929).
4.Cañonero General Urdaneta (1943).
5.Felipe Larrazábal Blanco.
6.El capitán de navío Jairo Bracho Palma, autor del libro, de pie al lado del marino venezolano de mayor edad   (94 años), el capitán de navío Carlos Taylhardat, fotografiados a principios de este año 2011 en la Escuela Naval (Mamo).
7. ARV T-63 Transporte Los Llanos, de las unidades incorporadas a la flota en años recientes.












































































lunes, 14 de noviembre de 2011

Tributo a varios franco-venezolanos


Francia rindió homenaje a ciudadanos franco venezolanos que ofrendaron sus vidas en la primera y segunda guerra mundial siendo ciudadanos venezolanos.
La mayoría eran franceses que adoptaron a Venezuela como su país para radicarse, otros eran venezolanos de pura cepa con antepasados nativos de Francia o territorios coloniales en el Medio Oriente o el Caribe.
En las instalaciones del Colegio Francia, en la urbanización La Carlota, fue develada una placa en la que se recuerdan los nombres de estas personas. Faltaron otros quienes no obstante haber luchado en por Francia, no murieron en combate.
La legislación francesa es muy estricta y establece distingos entre quienes fueron al frente de batalla y rindieron su vida en combate o servicio, y quienes lograron sobrevivir.
A los primeros se les considera héroes. Entre ellos figuró el capitán José de Jesús Sánchez Carrero (Guaraque, Mérida, 9/11/1879-Laffaux, Francia, 15/9/1918), cuya tumba en du Bois-Robert fue visitada en Francia por el general Eleázar López Contreras, en viaje que hiciera a Europa en condición de Ministro de Guerra y Marina en 1921, para precisar la renovación de equipos militares para Venezuela.
En la guerra de 1914 a 1918 cayeron en combate los nativos venezolanos Jules Blanc, Louis Emile Bourgoin, Louis Ange Brochard, Charles Carichou, Pierre Louis Fitte, Jean Hourne, Amedee Ernest Martel, Felicien Medori, Gaston Jean Nicol, Angel Santos Palazzi, Louis Talaine.
Existen informes que dan cuenta de la participación de otros franco-venezolanos de origen corso como Gaetano Capecchi, quien llegó a Venezuela desde Francia hacia 1880, estableciéndose entre El Pilar y Carúpano, al igual que otros corsos. Fue herido gravemente en Verdún.
Otros dos personajes son Laurent-Pio Cerani, quien a pesar de vivir en El Callao, Edo. Bolívar se alistó para luchar en Francia siendo herido en combate en Nantes en 1915. Asimismo su hijo,  Vicente Cerani Limarola, perteneciente a la marina gala durante la Segunda Guerra Mundial participó  en el desembarco en la isla de Córcega para liberarla de los alemanes –según informa su hija Gregoria Cerani.
Isaac Paully y Joseph Phillipe Samettei son dos nombres que figuran en la placa develada en el Colegio Francia el día 12 de noviembre de 2011 por haber sido combatientes por Francia pero en la Segunda Guerra Mundial, al igual que Cerani Limarola, entre otros.
En la ceremonia del sábado 12 estuvo presente el ingeniero Darío Silva, venezolano quien desde Maracaibo, realiza con cooperación francesa, investigaciones de singular valor en cuanto a la presencia de venezolanos en Francia antes, durante y después de la Primera Guerra Mundial. Figura central de sus investigaciones es la personalidad de Luis Camilo Ramírez Ribas, quien podría ser el primer aviador venezolano graduado en Francia.
Silva comentó que en el listado que aparece en la placa desvelada faltó el nombre de alguien más que también fue suministrado por él, un franco-venezolano nacido en El Callao, y que en el ameno intercambio de impresiones luego de concluir el acto formal, salió a relucir el nombre de otro francés que viviendo en Venezuela, se presentó voluntario para combatir, pero su barco fue hundido en el Atlántico en 1942, mientras iba camino a presentarse formalmente.
-La conversación con los asistentes fue muy amena, de hecho se habló de los vínculos de otros combatientes; se habló del gigante Miranda, del Capitán de Navío Joly, a quien yo conocía y sorprendentemente nadie de los asistentes siquiera había escuchado.
-Se cumplió con el objetivo satisfactoriamente – comentó Silva satisfecho de la honra de que fueron objeto los mencionados así como por la feliz iniciativa que queda en un plantel educativo como recuerdo a hombres valiosos y ejemplo para nuestras generaciones.
La aviación venezolana tuvo su génesis en la participación francesa para que tomara forma la escuela de aviación creada en 1920, dotada con aviones Caudron G3. Por varios años, el adiestramiento de nuestros pilotos fue confiado a la misión que también intervino en la creación de la aviación de transporte comercial, como el brazo venezolano de la Cia. Generale Aeropostale francesa, antecesora de la Línea Aeropostal Venezolana entre 1929 y 1934.
El transporte aéreo nacional comenzó con aviones Latecoere 26 y 28 que dieron óptimos resultados como pioneros en la apertura de rutas que llegaron a los confines de nuestra geografía.
Los registros oficiales consulares obligatorios abiertos por la legación francesa en nuestro país datan de 1910 en adelante, pero existían asientos previos que dan cuenta de diferentes oleadas de inmigrantes radicadas en distintas regiones del país, sobre todo en el Norte de Paria y Monagas además de Guayana.
Descendientes de corsos han llevado a cabo interesantes iniciativas para dar a conocer la significación de los inmigrantes que llegaron a Venezuela la última mitad del siglo XIX. Tales iniciativas incluyen una película dirigida por Malena Roncayolo, nieta del fundador del Gran Ferrocarril del Táchira.







































La placa desvelada en el Colegio Francia el sábado 12 de noviembre de 2011 y los anfitriones del acto junto a la ofrenda floral. A la derecha, Darío Silva.