lunes, 13 de mayo de 2013

Tren a escala entre Caracas y el litoral varguense

Pocos modelistas ferroviarios logran zafarse de las escenografías basadas en modelos de casas, edificios y vegetación propia de Europa o norteamericana. Tales maquetas armables son casi el único recurso accesible en el mercado suplido por fabricantes sobre todo alemanes y estadounidenses de elementos decorativos complementarios del enrielado y los trenes propiamente dichos además de la señalización, etcétera.

Entre nosotros, el caraqueño Francisco Leitz figura entre contados aficionados que son la excepción. Así es porque se ha tomado el trabajo de montar la maqueta de un tren en miniatura en la marca Markiln escala Z o 1:220, que viaja por un circuito digitalizado dominado nada menos que por el Ávila o Guaraima Repano.

De los aspectos mejor logrados por este ferro modelista es cómo salva la diferencia de nivel entre Caracas y el litoral guaireño escenográficamente representado por instalaciones portuarias y balnearios a lo largo de la costa.

En el lado de Caracas resalta la gran estación central desde donde parten o arriban trenes que mediante viaductos, túneles y tramos que dentro de la montaña forman rampas circulares, vencen la diferencia de altura la cual en la realidad son 950 metros entre el mar y la cota de referencia situada en el viejo casco urbano de la ciudad capital.

Así resolvió Leitz uno de los aspectos que mayor dificultad ofrece a quien fa permanente continuidad al desarrollo de esta versión futurista de la trajinada idea de regresar a un ferrocarril entre Caracas y el litoral varguense.

A Leitz lo motivó grandemente la idea que toma forma en el gobierno de resolverse por una vía férrea de alta velocidad y gran capacidad de carga entre Caracas y el litoral, como la que hubo entre 1883 y 1950. Lo que en las oficinas públicas y de contratistas especializados a nivel de pre proyecto y búsqueda de financiamiento, sería la versión moderna de aquello que en 1835 planteó en Caracas uno de los Robertson inventores ingleses del ferrocarril, atraído por el Nuevo Mundo, en donde conquistada la Independencia política, todo estaba por hacerse incluyendo ofrecer a La Guaira su tajamar o rompeolas para abrigar los barcos fondeados en la rada.


Leitz considera que el nuevo ferrocarril es obra vital, para mejor suerte algo que en este momento es considerado con seriedad por las autoridades del país.

Entre las curiosidades que llaman la atención por el esfuerzo que demandan y cómo logra el modelista con no poca dosis de imaginación, figura cómo adapta elementos electrónicos y eléctricos incluidas diminutas luces led agregadas para construir en el taller hogareño de micro artesanía ferroviaria, la posteadura que alumbrar estaciones y andenes, túneles y amplios patios de maniobra. Se trata de trabajos de auténtica filigrana, casi como los de un relojero, que cuenta con la red de baja intensidad como alimento de la energía requerida para que funcionen los trenes y crear los ambientes en la maqueta de 90 centímetros por 2,10 metros de largo.

En la escala que toma como referencia los trenes más pequeños fabricados por la marca alemana Marklin (1:220), para reproducir con exactitud lo que mide el valle de Caracas y la cara del Ávila sobre el mar tomada en consideración en el proyecto Leitz, se requeriría una maqueta diez veces mayor o sea de 50 metros de largo, 20 metros de ancho y cuatro metros de altura.

En la síntesis realizada por Leitz, en cuatro metros logra ubicar elementos muy emblemáticos para ofrecer con suma claridad, que se trata de un tren de carga o pasajeros que viaja entre Caracas y su litoral.

Entre locomotoras y vagones, en material rodante lo forman unas 80 piezas. Las locomotoras pesan alrededor de 30 gramos cada una.

El Ávila coronado por el Humboldt, estación del teleférico y la cruz emblema de la temporada decembrina. Se trata de una obra de arte determinada por tan plausible ejercicio de creatividad inspirada en el mensaje que imana de la montaña y la afición por el modelismo ferroviario. Se ve espléndida con su perfil y todo el verdor propio más la presencia omnipresente entre el mar y el valle de Caracas.

A lo largo del circuito ferroviario corren en paralelo dos líneas. Esto permite la circulación simultánea de dos trenes independientes, uno que baja y otro en subida hacia Caracas sobre los viaductos como dentro de los túneles y el serpentín vial que hace posible vencer la diferencia de altura entre la capital y el mar.

En total la maqueta concentra unos doce metros lineales de rieles incluyendo patios de maniobra en las estaciones principales.

Leitz es aficionados al ferro modelismo luego de estudiar en Suiza donde aprecia la importancia de los ferrocarriles como instrumentos clave para el desarrollo humano y de la economía de las naciones.

Vinculado a los asuntos económicos, empresariales y financieros, Leitz cataloga al ferro modelismo como una manera pedagógica, educativa y estimulante de los sentidos que incentiva el aprecio social por este medio de transporte.

Estima que la producción de modelos a escala como parte de tradiciones nacionales todavía robustas en varias sociedades modernas, canaliza inquietudes en niños, jóvenes y adultos que vuelcan la imaginación y creatividad al construir sus maquetas o hallan en el ferro modelismo cómo imaginarse lo posible o la de reproducir escenarios y actividades de la realidad que le llaman la atención. Lo logran trayendo a la casa o espacios exteriores dedicados a modelos a escala de famosos ferrocarriles de todo el mundo.

Como ha ocurrido en Estados Unidos con la marca Lionel (existe desde 1901), en Alemania, el gobierno acaba de motivar a inversiones para que salvasen la marca Markiln (fundada en 1859), a punto de sucumbir por cuestiones financieras del este fabricante de modelos a escala, de los más preciados del mundo, renovador y emblemático de la técnica y calidad germana, tanto como la marca y los modelos Mercedes Benz.

En Caracas, otra maqueta con escenografía caraqueña que toma como referencia la vía del antiguo ferrocarril inglés La Guaira-Caracas, se halla en el Museo del Transporte.

Fue diseñada y realizada por un grupo de amantes del ferro modelismo que la construyó incluidos mínimos detalles que le brindan enorme realismo a los diferentes escenarios representativos.

Se utilizó material ferroviario de la marca alemana LGB en escala O –gran formato- de la colección de la FMT que fue incorporado al tendido de rieles, viaductos, montañas y túneles, cruce de vías, realizados en el sitio por integrantes del Club de Modelistas Ferroviarios de Venezuela. Se trata de la maqueta ferroviaria más grande de Venezuela.

 

Ramón Díaz, gran marino, visionario centauro del mar

El séptimo libro dedicado al tema marítimo venezolano está por salir de la imprenta y circulará en Caracas en los próximos días. Lo anuncia su editor Ramón Rivero Blanco.

“Historia de la Marina de Guerra de Venezuela de inicios del siglo XX: Legado del Capitán de Corbeta Ramón Díaz”, es un volumen de 225 páginas que ofrecen por primera vez la aproximación a un personaje excepcional, “gran marino” a quien apodaron “El Centauro del Mar”, quizás más por lo que pensó y supo escribir acerca del por qué y cómo fijarle rumbos al desarrollo de nuestro poder naval, que por el enaltecedor desempeño como oficial de nuestra marina de guerra y accidentalmente comandante de mercantes dedicados al servicio de cabotaje nacional.

Vale puntualizar que Ramón Díaz Flores (Isla del Viento, rancherío ye’kuana sobre el río Caura) 1877-La Guaira 1926), presente en los barcos de la C. A. Fluvial y Costanera (posteriormente C.A. Venezolana de Navegación) entre 1914 y 1923, no por voluntad propia sino para acatar órdenes ante las cuales “mantuvo compostura, actuó sin una queja, sin un atisbo de angustia en el rostro, con la resignación habitual típica de su raza”. Sus desempeños tuvieron lugar en los vapores Venezuela, Guárico y Manzanares.

Lo medular de la obra marinera de Díaz estuvo en “contextualizada en un marco signado -(1908)- por la estrecha relación entre Cipriano Castro y el Comandante de la Armada de ese entonces Román Delgado Chalbaud. Esta relación –escribe Edgar Blanco Carrero cuando analiza el pensamiento de Díaz Flores-… se caracterizó por una serie de intrigas que se tejieron en el país para romperla afectando la implantación de medidas tendientes a generar una capacidad marítima y hacer del país una república soberana. Bajo esta premisa, la obra de Díaz se presenta como una exhortación estructurada que pivotea a partir de halagos a una presidente de la República que no está en el ejercicio del cargo y que sería definitivamente depuesto diez meses después…”.

Inspirado en lecturas de afamados estrategas navales y militares fuentes esenciales de estudio avanzados a finales del siglo XIX, Ramón Díaz consideró que desplegar nuestro poder naval lo justificaban razones de orden geoeconómicas a partir de la propuesta mahaniana (1) de poseer una marina de guerra centinela de las costas y la garantía expansiva de su marina mercante”; una justificación republicana y de relaciones internacionales basada no sólo en la experiencia del bloqueo naval de 1902/03, sino también de cómo Japón pudo desarrollar su capacidad militar en el mar, “y pudo asumir –en palabras de Blanco Carrero- una posición de igualdad en el concierto de las naciones luego de derrotar a los rusos en el extremo oriente”; unas ideas de modernidad y de civilización; la serie de medidas adoptadas por Cipriano Castro en las que cabe mencionar el Código de Marina lo cual en la práctica rescató las reales ordenanzas navales españolas de la época anterior a la guerra de independencia.

Ramón Rivero Blanco al anticipar que en breve circulará el libro por él editado con trabajos inéditos tanto suyos como firmados por Jairo Bracho Palma, Edgar Blanco Carrero y Julio Chacón Hernández, comenta que le provoca una satisfacción enorme dar a conocer lo desenterrado de la historia de una vida acerca de la cual lo que desconocíamos de ella, “estuvo perdido en el anonimato más estéril”.

Refiere que en los últimos 20 meses se afanó por encontrar en diferentes archivos y fuentes hemerográficas, cuanto sirvió como base para que quienes toman parte en el libro, analizaran y juzgaran el significado de Ramón Díaz en la historia naval venezolana. A está le sirvió como pocos. Su legado es el propio de un visionario excepcional no obstante haber sido “autodictada interesado desde siempre en temas navales, especialmente sobre estrategia”.

En lo personal, para Rivero Blanco, el personaje Ramón Díaz fue padre adoptivo y mentor de su papá, Ramón Rivero Núñez, a quien introduce en la Armada Nacional en 1923, Díaz Flores, de vuelta del tránsito por los mercantes de la Fluvial y Costanera y la CAVN, lo acoge en el buque del cual era comandante, ofreciéndole la oportunidad de servir como aprendiz en la sala de máquinas del cañonero Maracay. Desde esa modesta plaza abordo se forma a pulso y se profesionaliza quien figurará entre los oficiales mejor preparados, dignos, distinguidos y eficientes donde le tocó servir o desempeñarse dentro de nuestro mundo naval del siglo XX. Ese fue el capitán de navío Ramón Rivero Núñez...

“La verdad es que mi padre dejó unos cuantos papeles sueltos que nos crearon la necesidad huérfana de saber más” –apunta Rivero Blanco. “Asumí como deber para con mi padre y su ductor lo que resulta en este libro lleno de revelaciones que sorprenderán como me ocurría en la medida en que ahondaba en las fuentes que me permitieron en algo más de un año, reconstruir los pasos de aquella vida marinera e intelectual ejemplar acerca de la que aún queda por investigar”.

Datos interesantes y análisis profundos nacidos de las contribuciones de aquel marino venezolano, abundan en el libro bien ilustrado contentivo de la reproducción literal de los escritos fundamentales publicados por Ramón Díaz Flores dado su interés en divulgar un pensamiento orientado a lograr que aquellas angustias, ideas e iniciativas se reflejaran en acciones concretas para dar Venezuela la marina de guerra necesaria.

Este séptimo libro en perfecta concordancia con el esfuerzo del grupo de venezolanos que de poco tiempo a esta parte lleva a cabo en función de educar y formar al compartir investigaciones, análisis, informaciones y, sobre todo, reflexiones a las cuales deberíamos prestar atención en función de presente y futuro, se agrega a la bibliografía de corta data que ya incluye las siguientes obras: la presentada por el capitán de navío Tomás Mariño Blanco (“Buques de la Armada de Venezuela 1901-1950”); “Venezuela en la II Guerra Mundial” (con textos de los capitanes de navío Luis Farage, Edgar Blanco Carrero y Jairo Bracho Palma, el embajador Roberto Palacios, los doctores Javier Nieves Croes, Carlos Hernández y Juan Carlos Sainz y el cineasta Haik Gazarian, autores ponentes de investigaciones todas de vital interés); “Sueños Rotos”, “Iconología Naval Venezolana” y “Hombres de Hierro”, del capitán de navío Jairo Bracho Palma; y ahora el libro dedicado al legado del capitán de corbeta Ramón Díaz, investigación y análisis promovidos a partir del interés de Rivero Blanco en el personaje, volcadas en sustanciales estudios debidos tanto al investigador Rivero Blanco como a los oficiales navales Edgar Blanco Carerro, Jairo Bracho Palma, Julio Chacón Hernández.

“De Babor a Estribor, reseñas de la navegación en Venezuela” por Alfredo Schael y Fabián Capecchi, publicado en el 2012 por la Fundación Museo del Transporte, es el séptimo de los libros disponibles que versa sobre temas navales con énfasis en nuestra marina mercante.

[i](1) Por la obra del tratadista Alfred Thayer Maham).