viernes, 16 de mayo de 2014

Una gran perdida

Falleció en Miami, Alfredo Behrens Reverón, quien por 25 años presidió la Junta Directiva de Toyota de Venezuela. Con más de 45 años vinculado a la marca japonesa, trayectoria que inició desde el concesionario Cars-Tocars al cual estaba relacionado familiarmente. Behrens Reverón era muy apreciado y respetado en el sector automotriz venezolano, donde se le conoció como un promotor de la industria del ensamblaje nacional. Colaboró con la Fundación Museo del Transporte a nombre de Toyota el año 2004 con motivo de la publicación del libro dedicado a resaltar el centenario de la llegada del automóvil a Venezuela, lo cual siempre se lo agradecimos pues fue de los pocos empresarios que respondió al llamado al sector automotriz para cooperar. Sin desatender sus obligaciones y preocupado por las dificultades en el país de la marca cuyas riendas le tocó llevar, en los últimos años lucha con una enfermedad que finalmente le doblega cuando aún se podía espera mucho de él..Acompañamos en su dolor a su familia, amigos y colaboradores en Toyota de Venezuela.


martes, 13 de mayo de 2014

José Gregorio y Convit, dos tiempos.

A finales del mes de junio de 1919, el día que cumplía 31 años de graduado como médico, 45 años de edad, falleció en el Hospital Vargas de Caracas, José Gregorio Hernández. Cae víctima de un accidente de transido en el que además son protagonistas un sedán Hudson Essex 1917, otro de los casi 500 automóviles que circulaban por la ciudad, unido para que ocurriese aquella inesperada desgracia, a uno de los tranvías eléctricos de los que cubrían la ruta Plaza Bolívar-La Pastora.
El sepelio constituyó una de las mayores demostraciones populares de pesar registradas hasta la época en la historia de la capital. En la medida que la noticia llegaba a los distintos rincones del país, para quienes había escuchado hablar del doctor Hernández, fue un evento penoso que nunca ha debido suceder.
95 años más tarde, Venezuela asume la muerte del centenario médico Jacinto Convit como la pérdida de uno de los valores científicos y humanos más preciados de la República. Personaje fundamental del siglo XX por su dedicación a la investigación y el tratamiento de enfermedades como la lepra y la leishmaniosis, campos donde deja Convit obra que trasciende fronteras y hará eterno el recuerdo de su nombre como la admiración colectiva a su comportamiento ciudadano.
Tiempos diferentes determinan que no obstante la valía de Convit García, no obstante el eco de la prensa nacional y extranjera del fallecimiento del personaje, al ya apartado y muchas veces casi inaccesible Cementerio de La Guairita, quedará reducido el acompañamiento por familiares, amigos, discípulos y admiradores. Bien diferente a lo ocurrido cuando el cuerpo del doctor Hernández desbordó lo previsible y es llevado en hombros desde el Palacio de las Academias al Cementerio General Sur.
Su UCV, el Palacio de las Academias ni el Capitolio Federal, abrieron esta vez sus puertas para rendir un último tributo al ser humano que, a juzgar por el despliegue informativo que su trayectoria profesional ha recibido en la prensa escrita, televisión y otros medios radioeléctricos más el ciberespacio, la verdad es que no requiere de tales distinciones ni de otros homenajes adicionales a los dispensados en vida. A los últimos ofrecidos asistió emocionado: presentación del busto encomendado por la Sociedad Bolivariana de La Guaira al escultor Dámaso Palacios, y días más tarde, del reportaje fílmico dirigido por María Eugenia Mosquera, producido por Vale TV, documento aleccionador a través del cual historiadores, amigos, discípulos y seguidores exponen cuanto honestamente merecía decir. Allá aquellos obnubilados por consideraciones de baja estofa que como también en el caso de José Gregorio Hernández, Santo del pueblo venezolano, obstruyen con formalismos la senda hacia la beatificación vaticana del hijo de Isnotú, en la práctica, licencia no requerida para vivir en el alma, estar en la fe y las oraciones de nuestro pueblo.

Concentración de habitantes de Caracas durante el velorio del doctor José Gregorio Hernández, en junio de 1919. 

Dr. Convit con enfermeras del hospital de Cabo Blanco delante de un Willys Jeep.

La primera aerolínea privada de Venezuela

La primera aerolínea privada establecida en Venezuela nació el 13 de mayo de 1943. Con la participación accionaria minoritaria de Pan American World Airways y los empresarios venezolanos John y Enrique Boulton, fue fundada en Caracas. Se trata de la compañía Aerovías Venezolanas S. A. -AVENSA- la cual inicia operaciones en diciembre de ese mismo año con un avión trimotor todo metálico marca Ford matriculado YV-AVA (en la fotografía tomada en Maiquetía 61 años) en el cual transportan unos repuestos automotrices de Barquisimeto a Maiquetía con tripulación mixta de estadounidenses y venezolanos. Más tarde nacería Taca de Venezuela, segunda aerolínea promovida por la iniciativa de particulares. AVENSA llegó a operar dos Douglas DC-10-30 (en la fotografía a colores) con los cuales atendió los derechos de rutas sobre Europa que tiene Venezuela.
Avión trimotor todo metálico marca Ford matriculado YV-AVA
Douglas DC-10-30



lunes, 12 de mayo de 2014

El Douglas DC-6

El Douglas DC-6 como el que suben por partes y arman sobre un pedestal frente al mar en el estado Vargas, fue un cuatrimotor diseñado como reemplazo del DC-4. Inicialmente designado YC-112, carguero de largo alcance concebido en sus orígenes en función de la II Guerra Mundial, contó inmediatamente después de la guerra con motores P&W más poderosos de 2.100 caballos de fuerza cada uno. El primero salió a volar el 15 de febrero de 1946. El primer aparato civil estuvo listo para su entrega a las aerolíneas, en marzo de 1947. El primero de los 175 DC-6 civiles entró en servicio con Eastern Airlines en abril de 1947. El desarrollo del DC-6 derivó en los DC-6A y B también de 1947, donde los cambios principales fueron un fuselaje alargado y motores más potentes. En Venezuela se vieron a comienzos de los años 50 con las insignias de Pan American, KLM, Alitalia, Delta. De segunda mano, los emplearon como cargueros las venezolanas, Ransa, Aero B –tuvo un par al igual que Aeroejecutivos, uno de estos luego bajo la denominación Aeca, como estaba abandonado por los propietarios en el aeropuerto de Maiquetía hasta su rescate hace pocos meses para montarlo cerca de Punta de Mulatos, como parte de un paseo que aproveche los efectos del deslave de 1999, el cual determinó la ampliación de varias de las playas del estado Vargas. Criticada por algunos, desde acá, como museo dedicado a los transportes, saludamos la iniciativa de la Gobernación, salvadora de una pieza histórica. Se la “tragará” el salitre –opinan algunos. Es posible. Pero están dándole segundo aire a algo que, como otras apreciables aeronaves, están abandonadas por civiles y el Estado no obstante que vale la pena tenerlas en cuenta con fines didácticos y culturales además de recreación popular. Lo lamentable es otra cara de la moneda: la absoluta y negligente comportamiento ante la orden de rescate del DC-3 “Caballo Viejo”, ex Aeroejcutivos, todavía a la suerte de Dios en el aeropuerto Metropolitano. Estamos hablando de una auténtica joya histórica, aquí despreciada. Las fotografías tomadas este domingo 11 de mayo 2014, permite apreciar que ha dejado de ser un cohete proyectado hacia Macuto. Ya fijaron al fuselaje, el ala derecha y en tierra, a pleno sol, restauran la izquierda al igual que los motores.



Mayo en los preparativos de la Batalla del Lago

 Un bergantín y una goleta, ambas de transporte mercante, abanderadas estadounidenses, lograron penetrar a la zona donde organizaban el combate naval crucial para que el 3 de agosto de 1823 -con la capitulación del jefe político y militar Morales, último Capitán General español, se cerrara el ciclo histórico de la dominación colonial de Venezuela por parte de España.
En días como estos, comienzos de mayo, el primero, nombrado Fama, viene de La Habana, fletado por gobierno, con oficiales de transporte para el ejército realista; se le detuvo y apresa en operación de la goleta Espartana.
Según el mismo parte redactado por el almirante José Padilla, jefe patriota líder de la Batalla del Lago celebrada el 24 de julio, en fecha 5 de mayo, coincidiendo con la Espartana, vino también la goleta americana nombrada Peacock, su capitán Mr. Peter Storn, procedente de Nueva York, cargada de víveres y despachada para puertos colombianos.
“Su capitán se unió a nosotros” un vez se acerca a la Barra el 5 de mayo de 1824 -detalla el parte de Padilla, documento en 1891 reproducido -al igual que otros papeles importantes- por El Zulia Ilustrado, revista mensual dirigida por López Rivas, bastante similar al contemporáneo caraqueño El Cojo Ilustrado fundado por Herrera Irigoyen.
El bergantín Fama fue echado a pique en dos meses más después pues perturbaba su ubicación y distraía marineros que servían más abordo de las unidades patriotas alistándose para el combate inminente.
En 1973, el contralmirante Antonio Eljuri Yanes logró publicar en la entrega conmemorativa 244 de la revista El Farol, editada en Caracas por la Creole Petroleum, su versión muy ilustrativa por exhaustiva, de cómo a las fuerzas republicanas las reorganizan para rematar a las realistas con poder no obstante la derrota en el Campo de Carabobo. Las había diseminadas con poder de combate expandido sobre el territorio grancolombiano en aquellas fechas prevías a la Batalla Naval, tejida con visión de auténticos estrategas, con naves de diverso tipo las cuales debido al calado para penetrar al lago, causan dificultades para avanzar en la navegación, pero que una vez dentro del lago tendrían magnífico desempeño no obstante las condiciones de la flota con la que Morales contaba de las aguas del Lago que había hecho su bastión.
Luego de la derrota de los realista en Carabobo, Puerto Cabello quedó como reducto a partir de donde los españoles se proponían recuperar lo perdido con recursos de Cuba y Puerto Rico. Compitieron en varios frentes con las fuerzas republicanas que algunas veces ganaban combates y otras no, como fue en el caso de Maracaibo, hacia donde el general Francisco Tomás Morales emprende ofensiva a partir de agosto de 1822, con 1.200 hombres embarcados en Puerto Cabello en 14 naves. Alcanza un mes más tarde la toma de Maracaibo “donde ejerció un mando despótico y autoritario”.
En posesión de plaza de tal importancia, “con la fuerza adecuada y la libertad de movimientos que le daba el mar, Morales podía operar en varias direcciones divergentes, lo que ocasionaría una división de las fuerzas republicanas”, se despejó temporalmente un escenario que se le complica con el paso de los meses.
La independencia de la República de Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá sí estaba amenazada al igual que la campaña del Sur que Bolívar preparaba.
Ello influye en los jefes republicanos que se alistan para enfrentar a los realistas.
El general Carlos Soublette asume la responsabilidad de ofrecer la respuesta apropiada. Se procede a organizar el numeroso ejército requerido el cual se repartirá hacia Oriente, Centro y Occidente para completar además cinco frentes que se le abrirían a Morales por tierra y mar.
El 15 de enero de 1823, el general Mariano Montilla ordena el bloqueo de las costas del Golfo de Venezuela con lo cual aísla a Morales de Curazao y las demás islas del Caribe.
La conquista del mar, convertida en crucial para asegurar será entonces el terreno donde cada quien se enfrentará al otro.
La fragata Constitución y la corbeta Ceres parten de Puerto Rico y Cuba con la suerte de que logran derrotar el 1 de mayo de 1823 a las corbetas republicanas Carabobo y María Francisca en faena de bloqueo de Puerto Cabello.
Padilla y su estado mayor resuelven el día 3 de mayo forzar la barra de Maracaibo pues el poder naval español reforzado por los dos buques llegados a nuestras costas, era superior al conjunto reunidos en Los Taques.
Corre el 5 de mayo cuando se hace presente la nave Esperanza. Pero el 7 de mayo, “el almirante Padilla, con su escuadra compuesta por cinco bergantines, siete goletas y una respetable división sutil, inicia la atrevida y riesgosa empresa de forzar, a fuego vivo, la inexpugnable barra de Maracaibo, enfrentando sus poderosas baterías, y después de siete días de indecibles trabajos y penalidades, fondea en los Puertos de Altagracia, desde donde operaría en el futuro, hasta coronar con el inmortal triunfo de Maracaibo en sus operaciones”.
“Setenta y un días permaneció la escuadra de Padilla dentro del Lago y libró varias acciones contra la realista, entre ellas un desembarco en fuerza contra Maracaibo el 16 de junio, los combates navales del 20 de mayo, 25 de mayo y 23 de julio, y por último, el del 24 de julio, que concluyó con la resistencia realista y liquidó definitivamente su gobierno en Venezuela”.
La Batalla del Lago de Maracaibo – afirma el cronista Fernando Guerrero Matheus – puso término el 24 de julio de 1823 a trescientos años de dominación española en nuestro país, consolidó la libertad de la Gran Colombia, selló la independencia de Venezuela, y dio nueva influencia e impulso vigoroso a los planes continentales del Libertador”.