viernes, 1 de abril de 2016

Fijado para el lunes 4 de abril homenaje a Rubén Alfonzo Giménez.

Doris Suárez, directora del Instituto Universitario de Aeronáutica Civil (IUAC), adscrito al Instituto Nacional de Aeronáutica Civil (INAC), que funciona en Los Castaños (Maracay, estado Aragua), confirmó a Rubén Alfonzo Guménez que el lunes 4 de abril en horas de la mañana se concretará el acto de bautizar con el nombre de Rubén el moderno auditorio de dicha institución pública. Se trata de la valoración de una trayectoria provechosa y honesta. La decisión de las autoridades de nuestra aeronáutica civil de rendir este homenaje justo y oportuno a Rubén Alfonzo es un acto que obliga a subrayarlo.
Para Rubén será de enorme significado pues además, por primera vez desde 1950, regresa a Maracay, ciudad donde vivió parte de la juventud. "El Maracay que conozco era aquel limitado a los alrededores de la Plaza Bolívar y la vía hacia El Castaño dejando a un lado por el campo de aviación en lo que fue la antigua hacienda San Jacinto; esa era toda la ciudad" -comentó ayer viernes al extender una invitación a sus amigos que puedan acompañarlo en esta ocasión.



Luisa Tutsnach.

De padre húngaro y madre austriaca, Luisa Tutsnach, nacida en Londres, era bebé cuando ellos la subieron al vapor Orazio en Génova, rumbo a La Guaira. El submarino alemán atacó sin contemplaciones casi al caer la tarde del primer día de navegación. Antes que el trasatlántico naufragara hubo tiempo de salvar al pasaje en lanchas y barcos de auxilio. La señora Tutsnach perdió a su hija casi sin darse cuenta. Sólo pudo verla sobre el agua hasta que desaparece de su vista. La pareja logró regresar a Génova antes del amanecer. Desde que de nuevo puso pie en tierra se dedicó a buscar al bebé Luisa. Al paquetico bien envuelto en la manta con que la cubrieron para saltar a las aguas mediterráneas. Sin perder tiempo, se desplazaron por donde presumían convenía hasta al fin hallar a Luisa entre otros niños protegidos por las autoridades. ¡Milagro!
Nada los desanimó a proseguir con el proyecto de venir a Venezuela. Contaban que cuando llegaron se alojaron en casas de vecindad habilitadas en el Este caraqueño. Las mujeres elaboraban dulces y pasteles. Los hombres los repartían. Fue el génesis de La Vienesa, pastelería que si hizo famosa en Sabana Grande y llegó a ser gran empresa industrial. Por su parte el señor Tutsnach fundó en la avenida Ávila de La Florida, el Abasto Eva, aromatizado por su máquina moledora de café. Mantuvo la costumbre de atender repartos en bicicleta como cuando llegó a Caracas. Alcanzó a tener casa propia en la avenida principal de La Castellana antes de emigrar a Canadá en los años 60. (Con referencias de Socorro Álvarez Ríos, amiga de Luisa). Texto tomado del libro "De babor a estribor. Reseñas de a navegación en Venezuela". FMT, Caracas, 2015).


Carritos de automercados

En vista del elevado y constante incremento del costo de la “canasta familiar” además de que cada día son menos los productos a los que la población en general tiene acceso sin intermediación del “bachaquerismo” especulador (en pleno auge), el ingenio de la famosa Rayma mostró esta semana un carrito de mercado como pieza de museo. Cada día son menos útiles pues hay menos con qué llenarlos. No le falta razón al sugerirlo con tal crudeza.
En el Museo del Transporte aún no existe un carrito de automercado. La colección sí cuenta con una bicicleta de aquellas utilizadas para repartos. Portaban un cajón metálico semi abierto donde del abasto a la casa transportaban las compras, servicio ofrecido a clientes del vecindario. 
En la avenida Ávila de La Florida, en la década de 1950, el húngaro Stefan Tutsnach, propietario del Abasto Eva, personalmente asumía los traslados. Como en su caso, ese servicio a domicilio los prestaron otros abastos parroquiales.
Lo que sí vemos en las cercanías del Museo es un caballero que se declara “sin techo”. Lo acompaña un carrito de mercado donde carga todas sus pertenencias en este mundo. Siempre está leyendo. Algunos viandantes le dan algo de dinero que jamás solicita pero agradece. De vez en cuanto desaparece pies está de viaje por los caminos de Venezuela. Ha sido visto circulando vía oriente a un lado de la carretera. Al carrito le instaló ruedas metálicas y espejos laterales para ver quién viene por detrás mientras transita la vialidad hasta llegarle de visita a familiares y amigos residentes en el interior del país.
Un tal Sylvan Goldman, de Oklahoma, ideó el autoservicio mediante el suministro por el establecimiento dedicado al detal víveres, de una canasta “donde cabían muchas cosas”. 
“Si encontrábamos el modo de darle al cliente dos canastas para poner sus compras, dejándole libre una mano, venderíamos mucho más”, contaba Goldman quien en 1936 recurrió a dos sillas plegables sobre las que encima colocó una canasta. Luego, a las sillas le agregó ruedas. 
Anuncios en los periódicos locales y una chica atractiva junto a la puerta de la tienda ayudaron a promover las ventas facilitadas por el nuevo artefacto pero al ver que el ensayo le interesaba sólo a la gente mayor, contrató actores para que empujaran carritos por los pasillos. 
“Cuando proliferaron los auto o supermercados, la Folding Basket Carrier Company, de Goldman, se mantuvo a la vanguardia. En 1940 introdujo un carrito con asiento para niños. En 1947 salió al mercado el Nest Kart, cuya parte trasera abatible permitía ahorrar espacio a las tiendas”, ventaja con la cual contribuyó la inventiva de Orla Watson. Así nació y evoluciona el moderno carrito de supermercado.
Esta última fecha casi coincide con la fundación en Maracaibo de la comercializadora al detal, en un mismo local, técnicas de presentar productor y atractivos para la clientela, de víveres, carnes, artículos para el hogar, etcétera. Esa firma establecida al calor del auge petrolero en el Zulia, vendría a convertirse en la red nacional de automercados CADA impulsada en Venezuela por la cuantiosa inversión de dólares del magnate estadounidense Nelson Rockefeller. 
En Caracas, el primer automercado lo instalaron en el Centro Comercial Las Mercedes, actual Bicentenario luego de nacionalizada la red que hoy muestra franco deterioro en sus instalaciones y servicios amén de limitaciones en la oferta de productos.
Antes de CADA y competidores que surgieron según el esquema de los automercados gringos, al ir de las compras semanales los venezolanos usábamos bolsas tejidas de fibra natural con un par de asas. Iban vacías y volvían al hogar cargadas de verduras, vegetales frescos, frutas, carnes, quesos,… 
Los abastos despachaban en bolsas de papel grueso sin ofrecer carritos para circular entre las estanterías. De cierto tiempo para aca, a cambio de propina, muchachos ofrecen sus carritos para cargar la compra hasta el automóvil. 
Bolsones plásticos con pintas de colores, algunos con rueditas, son el recurso que invade los mercados donde semana tras semana la compra va limitándose a lo esencial o lo que se consigue. 
Al finalizar la selección de productos y cancelar “por caja”, la cadena Excélsior Gama y otras brindaron como empaque bolsas reusables fabricadas con materiales reciclables. Fue la iniciativa ambientalista comprobados tan altos niveles de contaminación por las fulanas bolsitas plásticas no biodegradables donde nos llevamos las compras. Los costos y estrechos márgenes de ganancia obligaron al retracto en cuanto a tan plausible iniciativa ecologista. 
Si a propósito de la sugerencia de Rayma alguien está en condiciones de donarle al Museo del Transporte un carrito de automercado, bienvenido será.


Dibujo de Rayma dado a conocer en Caracas el 30 3 2016.

Los antiguos detales de víveres diseminados en todo el país atendidos por modestos venezolanos o extranjeros que llegaron ser los fundadores de prósperas tiendas que abastecían de ultramarinos y productos locales. La pulpería fue durante décadas el eje de la comercialización al detal de todo en los espacios más remotos de nuestra geografía.

En Caracas, el mercado de San Jacinto era el punto clave para concentrar a productores y compradores. Funcionó hasta comienzos de la década de 1950 cuando fue demolido. La estructura metálica se empleó para edificar el primer mercado periférico de la capital situado en Catia.

Playa del mercado de San Jacinto donde había pájaros, flores, carnes y cualquier clase de productos frescos arrimados cada día por productores e intermediarios. Cada quien iba de compras con su bolsa de tejido natural. Para el traslado de los despachos grandes empleaban guacales de tejido o cajas de madera como los que vemos en la fotografía de los años treinta.

Antes de la llegada de los automercados al Zulia, el antiguo mercado -hoy centro de arte Lía Bermúdez- era una soberbia edificación en el corazón de Maracaibo.

Inmigrantes italianos al frente de uno de tantos abastos que llegó ser automercado luego de la exitosa experiencia de los CADA. La licenciada Soliria Menegatti, gerente de proyectos especiales de Fundación Tierra Viva, acaba de presentar en la Escuela de Historia de la UCV, la tesis en la que aborda la trayectoria de camadas de inmigrantes italianos que en forma organizada se asentaron a partir del siglo XIX en el valle de Guarenas-Guatire y vecindades. Allí brindaron tenaces esfuerzos que trajeron producción y prosperidad a la zona como a país..

Automercado CADA a la entrada de la urbanización Las Mercedes, en Caracas. En plena década de los años 5o significó un vuelco total a la forma de ofrecer al público productos de calidad frescos, bien presentados. Los amplios pasillos se recorrían con los carritos inventados en Estados Unidos en los años treinta por el comerciante Sylvan Goldman. Afuera tenía como parte de los servicios y del comercio, una cafetería "estilo americano" respaldada por el prestigio de la marca CADA.

Local de Central Madeirense en la urbanización 23 de Enero, al oeste de Caracas. Fue el punto de partido de otra de las grandes redes de supermercados populares que acumula tradición en el negocio y eficiente organización. 



Bicicleta de reparto. Colección Fundación Museo del Transporte. Donación del señor Enrique López.

¿Quién sabe cuánto vale un caucho y si puede encontrarlo?

Nadie sabe a ciencia cierta cuánto cuesta un caucho en Venezuela. ¿Puede encontrarlo? Para un sedán tipo medio la cifra oscila entre 25 mil bolívares por un “usado en buenas condiciones” hasta 80 mil bolívares por uno nuevo por lo general de marca desconocida en el mercado “pero es lo que tengo en estos momentos”.
Los distribuidores, en el comercio abierto o vía internet, dicen tener una oferta limitada mientras la necesidad de reponer uno o varios neumáticos del automóvil pasado a ser otra aventura como la de “bachaquear” hasta encontrar medicamentos básicos, paquetes de harina precocida, mayonesa, salta de tomates, sardinas, harina leudante, papel higiénico, jabones, detergentes, desodorantes y en lo sucesivo diablitos. 
Los anuncios que dan cuenta del establecimiento de cooperativas para suplir cauchos y repuestos automotrices no pasan de ser propaganda o buenas iniciativas oficiales de corto alcanza vistos el efecto de las mismas en comparación con los requerimientos del parque automotriz nacional. 
En cierta medida, Venezuela ha regresado a los días de la II Guerra Mundial (1939/1945) cuando una de las dificultades mayores era contar con cauchos sobre todo para asegurar el transporte colectivo. Sobre el tema, la pluma de Manuel Alfredo Rodríguez dejó en uno de sus libros interesante crónica reveladora de la zozobra creada en los días del gobierno (1941/1945) del general Isaías Medina Angarita porque cauchos no había para los autobuses ni automóviles privados. Literalmente el mercado dependía –casi como en la actualidad- de las importaciones hasta que en 1948 se instaló en Chacao la planta de General Tires en Chacao, Caracas. El histórico principal proveedor –aunque cauchos europeos como Michellin se comercializaban en el país desde hacía décadas atrás-, Estados Unidos volcaba la mayor parte de su capacidad de producción tanto hacia el mercado interno como a los requerimientos de la guerra que se libraba en Europa. Venezuela era exportadora de materia prima para fabricar neumáticos de goma para vehículos automotores, aviones, etcétera.
Flash de Motor publica en su edición del 30 de marzo de 2016 la situación de una de las plantas de fabricación de cauchos en el país: Goodyear la cual trabajaba hasta hace pocos días al 15 por ciento de su capacidad instalada. Las dificultades para continuar trabajando agravará para peor el suministro de productos a menores precios que los importados a “dólar libre” –sea esto cierto no-. Por ende, se agudizará la escasez y en los bolsillos dejará de haber espacio para llevar el dinero necesario para que el automóvil pueda rodar. La información del noticiero virtual diario Flash de Motor es la que copiamos:

Goodyear cesó operaciones en su planta de Venezuela

Tras la orden de la directiva de la empresa de paralizar las actividades por falta de materia prima, el sindicato de trabajadores de Goodyear de Venezuela afirmó que la planta cuenta con insumos necesarios para mantener la operatividad de la planta, por lo que consideró ilegal las intenciones de la corporación de imponer vacaciones colectivas en la productora de neumáticos.
“Tenemos materia prima, poca pero tenemos”, afirmó al portal ‘El Estímulo’, Jorge Rodríguez, Secretario General del Sindicato de Trabajadores de Goodyear, quien precisó que en una reciente inspección realizada por varios organismos del Estado se pudo constatar la existencia de una cantidad de insumos superior incluso a la que existe en Bridgestone Firestone.
“Si Firestone no se ha parado, por qué nosotros, que tenemos más material, nos vamos a parar”, refirió Rodríguez,quien ratificó que este lunes los trabajadores no pudieron acceder a la planta ubicada en la Zona Industrial de Los Guayos, en el estado Carabobo, lo que consideró una violación al derecho al trabajo.
El vocero señaló que en horas de la tarde del 18 de marzo, viernes antes de Semana Santa, la empresa hizo circular un comunicado donde se informaba que tras el asueto de la Semana Mayor se otorgarían cinco días hábiles de vacaciones colectivas, en atención a la falta de materia prima para mantener las operaciones; acción que no fue consultada al Sindicato ni notificada a la Inspectoría del Trabajo de Carabobo.
“Aluden el artículo 191 de la Ley del Trabajo que se refiere a vacaciones colectivas, pero nosotros no tenemos vacaciones colectivas sino individuales”, destacó Rodríguez, quien asegura haber constatado en la Inspectoría regional que Goodyear no solicitó la autorización respectiva.
Señaló que tras solicitar a las autoridades una inspección para comprobar la ilegalidad de la medida, esperaban que se realizara ayer martes y se ordenara la reanudación de actividades para hoy miércoles.
Goodyear cuenta con una nómina de 1.108 obreros, 300 empleados y unos 86 trabajadores tercerizados (personal de limpieza) que fueron incluidos en la nómina en mayo de 2015, todos ellos amparados por una contratación colectiva que prevé vacaciones individuales, según lo previsto en la Ley del Trabajo.

Producción menguada

Como todas las empresas del sector automotriz, las operaciones de Goodyear se han visto afectadas por la restricción en el otorgamiento de divisas por parte del gobierno nacional, por lo que la producción ha caído de manera drástica en los últimos meses.
Con capacidad para producir hasta 10.500 neumáticos por día, el pico de la manufactura se logró en el 2014, cuando de las 21 líneas de producción salieron unas 9.000 unidades al día. Sin embargo, la escasez de materia prima hizo que en todo diciembre de 2015 la manufactura alcanzara solo los 35.000 neumáticos.
Hasta el pasado 18 de marzo, cuando se suspendieron las actividades por el asueto de Semana Santa, la producción alcanzaba a 28.000 unidades, lo que significa que la planta apenas labora a 15% de la capacidad que tenía en el 2014.
Jorge Rodríguez destacó que producción se ha limitado a prácticamente tres días a la semana, pues se labora de lunes en la tarde a jueves en la tarde.

Aviso publicitario publicado en la revista Élite.

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CALINA O EL VIENTO SALANTE

En la revista El Farol (Caracas, julio/agosto/septiembre 1966), el doctor Guillermo Zuloaga Ramírez, director de la Creole Petroleum, geólogo venezolano e investigador de muy diferentes aspectos del entorno y sobre todo de la naturaleza de nuestro país, publicó el resultado de sus estudios centrados en el fenómeno de la calina -con n-. Fue la segunda publicación en la cual abordó -también en El Farol- el tema del "viento salante", ese que se encuentra estacionado sobre el valle de Caracas, que tanto irrita los ojos, fosas nasales y garganta, indebidamente atribuido a la quema y el polvo. Reproducimos el texto del estudio del doctor Zuloaga Ramírez. Ocupa cinco páginas del número 218 de aquella excepcional e irrepetible publicación venezolana que fue El Farol, casi una enciplopedia. En la fotografía, la calina recostada del Ávila la mañana de este miércoles 30 de marzo de 2016. Vista cortesía de JTF.

Puedes descargar el Archivo PDF aquí: Calina






La calina recostada del Ávila la mañana de este miércoles 30 de marzo de 2016. Vista cortesía de JTF.